Diario Córdoba Domingo 5 de Noviembre de 1961 NOTAS DE ARTE
Recientemente tuve el gran placer, de ver una muestra pictórica de Manuel Reyna. Desde hace tiempo quería apreciar detenidamente, algunas de sus obras y ahora
Mi impresión fue grande en el IV Salón IKA, donde obtuvo el 5º premio;y ahora aquí, su talento se evidencia generosamente.
Reyna es nacido en América, por lo tanto vive lo americano; entonces su paleta y sensibilidad lo hacen ligado “fuertemente” a la tierra, al lugar del continente. A éste, nuestro medio ambiente. Cuando vi ese cuadro titulado “Animal de Piedra”, empecé a comprender la preocupación de este artistas por nuestro suelo. ¿Cómo entender, si no fuera así, las ondulaciones y relaciones de distancia que refleja, la inhóspita greda, o los ocres envolventes?. Su visión profunda imprime a sus figuras un movimiento interno de una sólida naturaleza. Sus formas no sobrecargan intención en busca de falsos caracteres, sino que la vida que hay en cada trazo comunica hondamente su problema. Una piedra, una sierra o un rancho es una preocupación para este artista, no en un sentido técnico, sino en la compleja concepción de revelar y hacer ver la realidad intrínseca de su profundo sentir. Atreviéndome a decir que ha llegado en veces a la destrucción de una forma proporcionada, para inyectar la vitalidad a la vida misma. Ha utilizado el sentido de la belleza en su necesidad interior, para hacer vibrar desde adentro la naturaleza exterior. No hay en sus cuadros fríos giros intelectuales, sino la emoción de la simplicidad en su más pura gracia.
Sus ocres y marrones son de una fuerza magnética que revelan su mundo, queridamente conceptuados. Podría asegurar que se evidencia en cada uno de sus trabajos, como un artista capaz y lleno de una temática que es nuestra, y que está empeñado a mostrar, sin halos mágicos ni recónditos misterios. De esta manera lo que su sentir dicta en una forma pura y simple, creando texturas originalmente comentadas.
La tierra le brinda su motivo e inspiración, y está descubriendo en su afán de encontrar su latir poderoso, las fuerzas que en ella nace; devolviéndole a su vez a esta tierra la exquisitez de una belleza transformada y eterna.
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